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Innovación y no ficción en TV. Algunas propuestas II: Portbou

 

EULÀLIA IGLESIAS

BLOGS&DOCS  01/02/2009

 

Nuestra segunda entrega sobre proyectos televisivos representantes de nuevas tendencias del audiovisual que buscan encontrar en la convergencia entre el documental y la ficción la mejor forma de acercarse a realidades concretas está dedicada a Portbou, otra serie que como Croatan está enmarcada en el proyecto D.O. de la Xarxa de Televisions Locals de Catalunya

Nuestra segunda entrega sobre proyectos televisivos representantes de nuevas tendencias del audiovisual que buscan encontrar en la convergencia entre el documental y la ficción la mejor forma de acercarse a realidades concretas está dedicada a Portbou, otra serie que como Croatan está enmarcada en el proyecto D.O. de la Xarxa de Televisions Locals de Catalunya y sigue justificando esta iniciativa como uno de los pocos acicates que desde la televisión pública han contribuido a dar forma a iniciativas de nuevos realizadores cuyos resultados merecen un eco mucho más amplio que el que su propio marco de exhibición les da, no por la vocación interna del propio proyecto, los primeros interesados en servir de catapulta de la innovación audiovisual, sino por pasividad de los posibles receptores externos.

Portbou se erige como el reverso de una ficción que triunfa en las televisiones españolas a partir de tomar como base una supuesta realidad geográfico-social y desde aquí construir una serie de personajes y situaciones que responden a los mecanismos de la ficción amparándose en una supuesta legitimidad de identificación con tipos reales. Podemos hablar de una de las series de mayor triunfo en la televisión pública catalana, Ventdelplà, nombre falso que quiere representar cualquier pueblo de la provincia de Girona (los planos de recurso exteriores están tomados siempre de un mismo pueblo real de la hermosa y desconocida comarca gerundense de La Selva, Breda), pero podríamos referirnos igualmente a otra series producidas desde Madrid, como El síndrome de Ulises y su intención de situarse en un contexto realista de barrio suburbial de zona metropolitana. Portbou toma el camino contrario. Parte de un pueblo real en el que los responsables de la serie estuvieron rodando durante unos meses de invierno (y la estación no es arbitraria, la vida en estos pequeños pueblos de la costa de Girona puede cambiar de la noche al día según se trate del invierno o del verano) para acabar ofreciendo un retrato tan global como íntimo del lugar que funciona más como interpretación poética, y por tanto artificiosa de la realidad, que como documental al uso o serie de ficción.

Portbou no engaña. Cada capítulo está introducido y conducido por una voz en off que no ejerce tanto de narrador omniscente de una realidad inapelable como de demiurgo hipnótico que nos introduce en un universo concreto llamado Portbou que toma vida propia en el formato audiovisual más allá de su existencia material con el mismo nombre en un mundo real. En el primer capítulo, como en la Europa de Lars von Trier, esta voz en off primero entona una cuenta atrás para después iniciar su discurso con un “hi havia una vegada un poble…” (“érase una vez un pueblo”) que ejerce de mecanismo litúrgico para trasladarnos a ese Portbou situado en un espacio entre la realidad y la ficción.

Si recuperáramos la acepción de realismo mágico en su mejor y primigenio sentido, despojado de las baratas inclinaciones poéticas en las que han caído muchos de sus practicantes, el Portbou creado por Elsabeth Produccions tiene algo del Macondo de Gabriel García Márquez, al devenir un lugar de ficción basado en la realidad capaz de asumir por un lado una geografía inspiradora de infinitos momentos de cotidianeidad tan poética como melancólica. Pero también una genealogía humana cuyo potencial dramático individual ha sido aprovechada al máximo por los responsables de la serie. Cada episodio se centra en algún habitante del pueblo que sirve de eje no para desarrollar un tema en concreto sino para constituirse en una pieza indispensable más de este mosaico de infinitas caras que reconstruye Portbou. La serie se configura a partir del metraje y las entrevistas rodadas en el pueblo, pero en una laboriosa tarea de edición, este material se combina con imágenes de archivo, fotografías, material manipulado, e incluso algún momento de fake, junto con una banda sonora que integra música diegética y extradiegética, diálogos, voz en off, todos los ruidos del pueblo, y otros momentos sonoros pertenecientes a la realidad de Portbou pero no siempre correspondientes a las imágenes con que se emiten. En este trabajo de voluntaria manipulación, los realizadores dejan claro que aquello que les interesa es reconstruir a través del audiovisual son las sensaciones y sentimientos que les han inspirado los habitantes y la geografía de Portbou, más que dar el efecto de capturar su realidad material o representarlos a través de los paradigmas de la ficción. Así, Portbou se constituye en uno de los pocos ejemplos y en uno de los más estimulantes de cómo un ejercicio audiovisual ejerce de aproximación poética a la realidad.

Situado justo en la frontera con Francia, entre el mar y la montaña, azotado por la tramontana, con una de las estaciones de ferrocarril más hermosamente decadentes de nuestro país, en Portbou se suicidó Walter Benjamin en 1940. Los responsables de la serie han tomando una de sus sentencias como inspiración: “Buscar y no encontrar es también una respuesta”.

FICHA TÉCNICA
Realización y edición: Marc Ruiz, Raimon Fransoy, Xavier Puig y Julián Kancepolski
Producción: Elsabeth Produccions, España, 2008.
13 capítulos de 15’ de duración, Hablada en catalán, castellano, francés e inglés.
Capítulos visionables en la web de la XTVL.

Portbou ha sido seleccionada en el ciclo D-Generación II que se podrá ver en el Festival de Las Palmas 2009.

Innovación y no ficción en TV. Portbou
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